1237 - Jonás 4. El mensajero renegado. Jon 4:1-2

Descansando en Dios - Podcast autorstwa Francisco Atencio

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1237 – Jon 4:1-2 – Jonás 4. El mensajero renegado. Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal. Los judíos de la época de Jonás no querían compartir el mensaje de Dios con las naciones gentiles, semejante a la actitud que se vio en los días de Pablo (1Ts 2:14-16). Habían olvidado su razón de ser como nación: servir de bendición al resto del mundo al proclamar el mensaje de Dios a las demás naciones (Gn 22:18). Jonás pensaba que Dios no podía salvar a una nación pagana tan perversa. Sin embargo, eso es exactamente lo que Dios hace con cualquiera que se le acerca con fe. El libro concluye con Jonás enojado, deprimido, acalorado y casi desmayado. Se quedó analizando las palabras de Dios acerca de su falta de compasión y la profunda misericordia divina. El Señor había probado con su lección al profeta que: (a) Él muestra su gracia hacia todas las naciones, tanto a los gentiles como a los israelitas; (b) es soberano; (c) castiga la rebelión; y (d) desea que su pueblo le obedezca, que se despoje de la hipocresía religiosa y que no limite su amor y gracia universal. Nabucodonosor al finalizar el juicio por su soberbia dice: “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y Él (Dios) hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Dn 4:37). 1. El primer encuentro (Jon 4:2-8). “Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal.” (Jon 4:1-2). El contraste entre Jon 3:10 y Jon 4:1 es total. Dios se arrepintió, pero Jonás se apesadumbró (amargó, entristeció). Jonás no solo se disgustó, sino que lo hizo “en extremo”. El enojo de Jonás era porque Dios perdonó a Nínive no destruyéndola. Jonás se queja contra Dios porque estaba persuadido de que sería misericordioso y trataría a los ninivitas con bondad. Esto es exactamente lo opuesto a lo que Jonás deseaba. Aprendemos que Dios es soberano y no va a ser manipulado por ciertas oraciones. La petición del profeta (Jon 4:3). Jonás estaba tan enfadado y deprimido que pidió una sola cosa a su Hacedor: “te ruego que me quites la vida”. Es la tercera vez recurrió a la muerte para solucionar su problema. Elías también se deprimió y oro diciendo: “Basta ya, oh Jehová, quítame la vida” (1Re 19:4). La respuesta de Dios (Jon 4:4) ¿Haces tú bien en enojarte tanto?”. Dios lo hace reflexionar, pero Jonás no respondió. Dios tratará a Jonás igual que a Elías y a Nínive con compasion y misericordia. “Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia, y tu fidelidad alcanza hasta las nubes.” (Sal 36:5). 2. Jonás y la calabacera (Jon 4:5-8). “Y salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué acontecería en la ciudad. Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera.” Cuando el profeta ya no resistió más, Dios hizo algo bastante raro: proveyó una sombra muy agradable creando una calabacera. La enseñanza para Jonás no había terminado. “Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó. Y aconteció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano, y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la vida.” (Jon 4:7-8).