La gripe equina que hundió la economía de EEUU
Historias de la economía - Podcast autorstwa elEconomista - Poniedziałki
La Covid no ha sido el primer virus capaz de lograr paralizar la economía de Estados Unidos. Ni el primero en provocar una gran crisis mundial. Ese "honor" corresponde a la gripe equina, una enfermedad que ni siquiera afectó a los humanos directamente, pero que tuvo consecuencias trágicas para la actividad de todo el país, allá por 1872.En aquella época, en Estados Unidos vivían 39 millones de personas, mientras que el número de caballos superaba los 7 millones, a los que hay que sumar más de un millón de mulas. En total, más de 8 millones de equinos. Que además jugaban un papel fundamental, tanto para el transporte, para la economía... para la vida. Se puede decir que eran, literalmente, el motor del país.Ese año, en Canadá, a las afueras de Toronto, se reporta un brote que afecta a los caballos. En solo unos días la mayoría de los animales de la ciudad, como los que se utilizaban para mover el tranvía y que dormían juntos, o los que se resguardaban en establos libres, abarrotados, estaban contagiados. Los síntomas de gripe eran inconfundibles: tos áspera, fiebre, orejas caídas... casi no podían ni sostenerse en pie, y muchos acababan cayéndose, agotados. Muchos morían.En Estados Unidos se preocupan, pero en aquella época la información no viaja tan rápido y las decisiones no se pueden tomar con la misma celeridad. Cuando deciden cerrar la frontera a los caballos canadienses ya es tarde. El virus ya ha cruzado, y ya se detectan casos en las ciudades más al norte, como Detroit o Boston. Ojo, lo del virus lo sabemos ahora. Entonces aún estaban a 20 años de que los científicos identificasen el primer virus. No estaba muy claro cómo se contagiaba ni qué se podía hacer para evitarlo. Los propietarios de los caballos no sabían qué hacer. Desinfectaron los establos, les pusieron mantas nuevas... Con un conocimiento veterinario aún muy primitivo, muchos recurrían a compuestos controvertidos como la ginebra con jenjibre. Por supuesto, también hubo quién recurrió a la fé para tratar de frenar el virus.Evidentemente, estos remedios no funcionaron. En días, todos los caballos del este del país estaban contagiados. Una noticia del New York Times de la época señala, por ejemplo, que el 95% de los caballos de Rochester estaban contagiados. En diciembre, los equinos del Golfo de México eran los afectados. A principios de 1873, se detectan brotes en la costa oeste. En cuestión de semanas todo el país se había visto afectado.Y no se trataba de un problema de bienestar animal, una preocupación que entonces daba sus primeros pasos, sino económico, vital.Hay que tener en cuenta que en aquel momento los caballos y las mulas eran claves para el funcionamiento del país. La mayor parte del comercio y del transporte urbano dependía de las mulas. En Nueva York llegó un momento en el que se paralizaron todos los viajes. Los tranvías no funcionaban. También afectó al transporte de mercancías, por supuesto. Los barcos y los ferrocarriles dejaron de funcionar porque el carbón que alimentaba sus calderas no podía llegar hasta el puerto. Y por si fuera poco, no podía seguir sacándose carbón de las minas porque, efectivamente, también dependía de los caballos. Las cosechas no podían llevarse a los mercados. Muchos productos perecederos se pudrían en los puestos, ya que nadie podía ir a recogerlos. Los bares se quedaron sin cerveza. Los carteros no podían repartir la correspondencia. Algunos comerciantes, asustados, llegaron a contratar a gente para tirar de los carros. Como también afectó al transporte de pasajeros, había bodas y funerales, los grandes eventos del momento, a los que asistía mucha menos gente, que no podía llegar.Uno de los sucesos más terribles se produjo en Boston, cuando un incendio arrasó parte del centro de la ciudad, debido a que los bomberos no pudieron llegar a tiempo para extinguirlo, al tener que ir andando.